A veces pienso que habrá niñ@s que no conoceran a sus abuel@s y se perderán muchísimas cosas y también habrá muchas personas que no llegarán a ser abuel@s, por eso aprovecho para compartir este relato, ganador de un concurso literario y escrito por una persona a la que tengo bastante cariño y aprecio, es una persona buenísima y bellísima por dentro y por fuera.
Mi nieto y yo
Mi nieto y yo
Como mis nietos se convirtieron en mis hijos
Por: Mª Josefa Braña Chaves
“Abuela”, no se pueden figurar la alegría que
tengo cuando me lo dicen mis nietos. Tengo tres, tienen treinta, veintiséis, y
siete años. Para mí mas que nietos son hijos, por circunstancias de la vida a
los dos mayores mi marido y yo los criamos, al más pequeño no hemos podido
hacerlo, nos cogió muy mayores y la vida nos cambió. Por nuestra edad mi marido
y yo nos vinimos a vivir a una residencia de mayores, pero siempre mis nietos
han venido a vernos, ya ven si será así que cuando mi marido falleció le cogió
a mi nieto mayor (que se llama Fernando
como su abuelo) a su lado. No porque su abuelo no esté han dejado de venir, al
contrario.
Cuando
eran pequeños Fernando y Alejandro que así se llama el segundo de mis nietos mi
marido y yo los teníamos en casa y por las noches se los llevábamos a sus
padres para que durmieran con ellos. Cuando llegó el momento de ir a las
guarderías o colegios los llevábamos o traíamos a casa hasta que fueron al
instituto que ya solamente venían a casa los sábados a comer al mediodía, pero
venían hasta con sus novias.
A
mi nieto Fernando le gusta la cocina y siempre me echaba una mano en los guisos
diciéndome que tal estaba, si había que poner un poco más de sal y otra cosilla
que le gustaba, mi otro nieto Alejandro lo que le gustaba era mojar un sopón de
pan en la salsa y decirnos que todo estaba muy rico, luego a la hora de servir,
mi nieto Fernando me decía: “Abuela, tú te sientas”, y el ponía todo en la mesa
y llenaba los platos, yo lo miraba y me parecía mentira que fueran ya tan
mayores y me acodaba de todo lo que había pasado cuando eran pequeños, como los
llevaba a ver los escaparates de los juguetes cuando estaban cerca los Reyes y
se ponían a repartirse lo que allí veían común amigo que tenían.
Tengo una anécdota que contar
referente a los Reyes. Mi marido y yo le comprábamos los juguetes en un almacén
que vendían al por mayor, este estaba en la zona de extramuros o sea en Puerta
de Tierra, para ir teníamos que coger un autobús porque vivíamos en el Cádiz
interior, bueno, pues cuando ya teníamos comprados y cogimos el autobús para
regresar a casa, cuando en una parada vimos que se iba a subir al autobús mi
hija con mis nietos; yo pensé tierra trágame, no sabíamos que hacer, nos
escondimos tras los sillones y empezamos a pedirle al conductor que nos abriera
la puerta trasera para que bajáramos. El hombre no sabía que pasaba hasta que
los pasajeros se dieron cuenta y empezaron a decirle: “¡Abre la puerta, abre la
puerta!”, el conductor lo hizo y mientras nos bajábamos ellos subían. Uno de
mis nietos nos vio y me dijo: “¡Abuela, abuela!”, me hice la sorda y nos
escondimos tras unos contenedores que había en la calle, al día siguiente le
dije a mis nietos que nos bajamos porque teníamos que llevar los paquetes que
llevábamos a la Tía Teresa y así quedo aquello. Cuando llegó la fiesta de Reyes
y fueron a recoger los juguetes tenían una cara de ilusión y alegría que a
nosotros nos hicieron felices y disfrutamos tanto con ellos. A nosotros ser
abuelos nos ha dado vida y cuando son pequeños aun más porque nos ocupaban más
tiempo.
Recuerdo como les gustaba que
les contara cuentos cuando se quedaban a dormir en casa, no se dormían hasta
que no me sentara con ellos y les contara el que tocaba aquella noche. También
teníamos una cama mueble con ruedas para desplazarla pues les gustaba que los
montáramos en ella y los paseáramos por el pasillo que es bien largo tocándoles
como si fueran una procesión, así fue pasando el tiempo hasta que llego el
momento de hacer la primera comunión, es halago que alosa buenos nos llena de
alegría ver cómo van creciendo. Cuando empiezan los estudios superiores, darles
ánimos para que no se vengan abajo en los exámenes, decirles que ellos pueden
llegar donde quieran con esfuerzo y ver cómo va sacando los estudios adelante y
terminan sus carreras. Recordar cuando su abuelo les compro sus primeras
bicicletas, primo a uno y luego al otro por la diferencia de edad; lo mismo pasó
con las motos y luego con los coches, que por cierto todavía los tienen, no es
que fuéramos ricos pero daban créditos que ahora no los dan.
Ellos lo han pasado con su
abuelo muy bien, recuerdo que cuando se celebro en Cádiz la primera Gran Regata
de Grandes Veleros los llevo a visitar los barcos, subieron en algunos, entre
ellos el Juan Sebastián El Cano, vinieron muy contentos contándome lo bonitos
que eran, les parecían mentira que pudieran navegar a veces con las velas. Tienen
fotos hechas en los barcos para recordarlo.
Cuando tuvieron su coche estaban
deseando darnos un paseo y estaban muy satisfechos, demostrándonos lo bien que
conducían y hasta ahora no han tenido ningún problema.
Cuando vienen a verme me dicen:
“Abuela, vamos a tomar un cafelito” y me meten en su coche sobre todo el mayor,
me lleva un poco más lejos para darme el paseíto. Son maravillosos.
Ahora mi nieto Alejandro está
estudiando Alemán, pues quiere irse a trabajar allí, ya que no encuentra en ningún sitio de España
donde pueda ejercer su carrera, es profesor de educación Especial, sabe inglés
y como él dice aquí no tiene nada que hacer, a mi me da mucha pena que se vaya
pero es su vida y tiene que encauzarla ahora que es joven, debe probar suerte;
lo voy a echar mucho de menos, porque él viene a verme muchas veces con su
madre y me cuenta sus proyectos, las amistades que tiene, su avance del Alemán,
si ha ido a alguna fiesta, como lo ha pasado, en fin, que el rato que paso con
él se me hace corto, y lo paso de lo más feliz.
Mi nieto Fernando, gracias a
dios tiene trabajo, lo hace con su padre, solo que tiene que viajar mucho pues
una empresa de electrónica y cosas referente a todo eso (que yo no entiendo),
él tiene ya su vida hecha, tiene un piso precioso que él va reformando con su
mujer que se llama Cristina a gusto de los dos, ella es enfermera titulada y
también está trabajando, es buena y cariñosa, yo le decía a mi nieto cada vez
que hacen alguna reforma me llevan a su casa para la vea, auque viven en Puerto
Real, allí nos reunimos todos y pasamos un rato muy a gusto.
Me siento muy afortunada y
querida por mi familia y doy gracias a dios por ser abuela que es una de las
cosas más hermosas que le puede pasar a una persona. Esto que he contado es
parte de mi vida. Vivo en El Puerto de Santa María en la Residencia Puerto Luz.
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